30 marzo, 2010

Manolo

Manolo es un amigo de mi padre, es agricultor y un hombre sencillo. Trabaja la tierra junto a su hijo que al igual que él, casi sin recursos, lucha día a día para comer y sacar “unos kilitos” para vivir. Estando yo en Cuba Manolo se presentó en mi casa, venía sudado y muerto de sed. Había ido a ver un abogado porque “la policía había metido a su hijo preso”.

Una mañana de principios de diciembre su hijo recibió una citación de la policía, debía presentarse en el sector de su pequeño pueblo dos días más tarde a las 8 de la mañana. Al llegar a la estación encontró una docena de hombres –aquellos conocidos en el pueblo por “vagos”, “delincuentes” y/o “masetas”- que también esperaban. Pasó una hora y nadie le atendía, así que decidió preguntarle al oficial de guardia, el por qué de la citación y el por qué después  de una hora nada sucedía en aquel lugar. El policía le dijo –como si de la cosa más normal del mundo se tratara- que tenía que estar allí hasta que ellos estimaran conveniente. El “guajiro” -como le conocen en el pueblo- no estuvo de acuerdo con dicha respuesta y solicitó hablar con el oficial superior, lo que devino en una discusión con acusaciones, por parte de la policía, de desacato a la autoridad, alteración del orden público y otras imputaciones que no recuerdo.

Manolo estaba desesperado, el hijo había ingresado en prisión y ellos no sabían el por qué. Nunca supieron por que lo habían citado a la unidad de la policía, y nunca supieron por qué ahora era tratado como un “delincuente común”.

Ni mis padres ni yo podíamos creer semejante locura, parecía sacada de una historia de ficción, pero era real. Ahí estaba Manolo para corroborarnos que en Cuba existe una dictadura, donde se violentan los derechos más elementales del ser humano cuando el poder así lo estima conveniente.

El guajiro pasó el fin de año en prisión, sin juicio legal o una causa conocida por él o su familia. Hoy -gracias a la mano de ese abogado y de Dios- el hijo de Manolo está libre, así como el policía responsable del fin de año más traumático de sus vidas. Mientras, la vida en Cuba sigue igual, los ciudadanos van a la policía si son citados, esperan todo el tiempo del mundo si así lo estiman conveniente los oficiales de guardia, van a prisión si osan protestar o reclamar sus derechos, y los abusadores siguen en el poder y además presumen de ello.

22 marzo, 2010

Yo se que vale la pena






La semana pasada estuvo cargadita por la calles habaneras. Varias manifestaciones de las damas de blanco y sus respectivos “actos de repudio” llenaron las noticias relacionadas con Cuba.

Resulta interesante comparar las diferentes versiones que nos ofrecen las diversas fuentes de información por la red.

La bbc informaba el miércoles que “la policía cubana disolvió una marcha de unas 30 mujeres”. El periodista Ravsberg informó que “las mujeres policías no las golpearon ni las maltrataron, se limitaron a cargarlas hasta el autobús”. "La gente les gritaba 'gusanas' y hasta 'terroristas', pero no vimos a nadie que las agrediera físicamente”. Junto al texto nos muestran esta foto.


Cubadedate, el sitio cubano contra el “terrorismo mediático” publicaba esta otra foto con el comentario: “La policía cubana cuidando la integridad de las "Damas".


En la siguiente foto tomada de cubaencuentro.com se ve como esta dama de blanco es arrastrada por la policía.... ¿Acaso la estaría defendiendo de ese “pueblo enardecido” con este agarre?


Todos sabemos que tal “pueblo enardecido” no existe, todos sabemos que por el contrario existen las “brigadas de respuesta rápida” en cada centro de trabajo cubano, que “obligan” a los trabajadores a salir a la calle a gritar consignas y dar golpes si fuera necesario cada vez que haya un “contrarrevolucionario” alterando el “orden público”. También sabemos que existen agentes de la seguridad cubana que tienen la “grandiosa” labor de perseguir, monitorear y hasta alentar las manifestaciones contra estos ciudadanos que se expresan de alguna forma contra el sistema.

Es hora de comenzar a publicar -como lo esta haciendo penúltimosdias- las fotos de estos agentes que repiten escenario en una y otra manifestación, es hora de hacer público estos rostros, al igual que el gobierno cubano publica fotos, emails, conversaciones telefónicas privadas de estos ciudadanos “inconformes”, los que por estar en contra del sistema político, pierden sus derechos a la privacidad, y a la libre asociación o la libertad de pensamiento, todos éstos derechos humanos de los que deberíamos disfrutar todos.

Con tantos cubanos que estamos fuera de la isla con acceso a una información inmediata de diferentes fuentes, ¿que esperamos para informar a nuestra gente? ¿Que esperamos para decirle a nuestros familiares que no hay sistema justo en el planeta que justifique que golpeemos o insultemos a otras personas por pensar y hasta por demostrarse diferente a como nosotros lo haríamos? ¿Por qué nuestro pueblo no sabe aún que democracia es también sinónimo de pluralismo, y que una sociedad democrática debería ser nuestro objetivo a alcanzar?

Seria tan fácil que cada uno de los que estamos fuera diéramos una pequeña dosis de sensatez a nuestros familiares y amigos en la isla. Yo estimo -y considero que me quedo por debajo- que cada uno de nosotros tiene al menos tres familiares y al menos dos amigos con los cuales se podrían tratar estos temas. 

Si 2 millones de los cubanos que estamos fuera habláramos de estas cosas con cinco personas en la isla, 10 millones de cubanos comenzarían a dudar de esa “revolución” totalitaria y absolutista que oprime “gobierna” en Cuba, o al menos dejarían de asistir a tales “actos de repudio”. No hay que exponerse demasiado ante la dictadura, basta solo con conversar de estos temas -para comenzar- en voz baja, exponiendo a nuestros conocidos nuestras vivencias y compartiendo la información que poseemos. Como dijera Calviño, yo se que vale la pena.

06 marzo, 2010

De yanquis y marabú



Tengo una sobrina de diez años. Estando en Cuba nos fuimos de paseo solo con ella; un viaje a otra provincia con varias horas de tránsito por la autopista nacional y mucho tiempo para conversar.

Hacía un rato que ella estaba callada así que le pregunté en qué pensaba. Me dijo: tía estoy pensando que eso que me dijeron en la escuela no puede ser verdad. Al preguntarle que era eso que le habían dicho, me dijo que en la escuela les “enseñaron” que el marabú -esa planta tan mala que había acabado con las cosechas y los campos de Cuba- la habían traído los yanquis en aviones y tirado en nuestros campos.

Aquella historia me dejo tan sorprendida que no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Le volví a preguntar si era cierto eso que me estaba contando o si era producto de su imaginación o su fantasía. Ella me juró y me volvió a jurar que era cierto, que eso es lo que le habían dicho en la escuela. Me dijo que no podía creer que eso fuera cierto, porque estaba viendo que todos los campos estaban llenos de esa planta y que si los americanos la hubieran traído en aviones como decía la maestra, el gobierno hubiera visto los aviones y hubiera hecho algo para impedirlo.

Esa inocente conversación me dejo atónita, ¿como puede una maestra contarles una mentira tan grande a sus alumnos? ¿Será que esta “información” es orientada desde arriba? ¿Es así como nos ensuciaron lavaron el cerebro a todos? Yo no recuerdo que mis maestras me contaran historias de este tipo. Se que toda la vida a existido la politización de la enseñanza en Cuba -también nosotros en los años 80 tuvimos que hacer composiciones sobre Martí y Maceo-, pero esta historia me parece muy fuerte y creo que la debo compartir.