07 febrero, 2009

Violencia domestica


Hace unos días recibí una carta de una amiga que vive en Cuba. Me contaba sus penas y lo mal que la esta pasando ahora después del divorcio. El padre del niño se ha vuelto aún mas celoso e insoportable, a tal extremo que el fin de semana anterior la vio en una fiesta e insistió  para llevarla de regreso a la casa. Por el camino comenzó la misma discusión de siempre, que tu eres solo para mi, que no te quiero ver en la calle, que deberías estar atendiendo al niño, que si te veo de nuevo te voy a matar, que no me repliques te dije, Boom (en la cara), Boom (en la cabeza), Boom (en la cara otra vez) y así hasta el cansancio.
Llena de miedos y con evidentes marcas de la golpiza fue a la policía a denunciar el hecho. El recibimiento en la estación fue “¿que habrás hecho pa’ que te pusieran así?” Después de contar lo sucedido y dejar una denuncia, el oficial de guardia le dijo que el caso se archivaría hasta tener más pruebas, pero que no se hiciera muchas ilusiones porque era su palabra contra la de su todavía legal esposo, y que lo mejor que podía hacer era “estar tranquilita en casa pa’ que no le volviera a pasar algo así”.
¿Es que acaso chocó ella con un poste? ¿Acaso fue accidental “eso que le pasó”? ¿Qué otras evidencias necesita un oficial del orden público para determinar que una persona ha sido maltratada? ¿Acaso no basta un ojo lleno de moretones, una boca con sangre o unas manos temblorosas para darse cuenta que han ultrajado a esa persona?
Casos como estos se suceden a diario en Cuba, algunas denuncian y reciben lo anterior (o algo similar) como respuesta, otras ni se molestan en ir a la policía, quizás porque tienen miedo, o tal vez porque ya se han cansado de no recibir respuestas oficiales. Muchas veces cuando hablamos de Cuba, nos olvidamos del impacto social que esta teniendo el llamado “socialismo” en nuestra sociedad, y valga la redundancia.
Cuando hay diferencias generacionales, problemas económicos, morales y de valores, surgen conflictos, tensiones, traumas. A ello hay que añadirle que crecemos con una educación sexista, donde lo femenino y lo masculino representan términos antagónicos. En Cuba la violencia doméstica se ve como un problema que hay que solucionar en la casa y no en los juzgados.
¿Posibles soluciones? Ahora mismo se me ocurren algunas: la implementación de leyes que protejan a las personas maltratadas, cambiar la cultura machista con la cual educamos a nuestros hijos, facilitar la construcción de viviendas evitando así problemas generacionales, entre otras. Pero soy pesimista y creo que estos cambios no vendrán con el actual sistema, ¿o acaso me equivoco?

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