10 marzo, 2009

Miel sobre hojuelas


Sigo pensando en las destituciones en Cuba y mientras más le doy vueltas al asunto, más creo que lejos de hacernos un mal, esta acción de Raúl a la larga, nos hará un bien a todos.
Con Pérez- Roque, Lage, y Alarcón en la cúpula revolucionaria, muchos cubanos creían que el futuro del gobierno estaba asegurado. Muchos creían que después de Fidel vendría Raúl y luego uno de los ya sustituidos o tal vez Alarcón. Ya los cubanos estábamos programados para aceptar a uno de estos como nuestro futuro líder y nadie se hubiera atrevido a cuestionar un nombramiento a favor de los mencionados personajes como presidente de Cuba. Al fin y al cabo, esa era “la gente de Fidel”.
Ahora con las sustituciones hechas en el gobierno, la gente tendrá que ser reprogramada para ver líderes en los nuevos nombramientos. De lo que quizás no se han percatado por allá arriba (¿o quizás no les interese?) es que esta programación requiere de algún tiempo, tiempo que ya los agotados cuerpos de Raúl y Fidel no tienen.
Con el actual nivel de incredulidad, descontento y cansancio de la población cubana, tras la desaparición de Raúl no creo que resulte tan fácil aceptar a estos nuevos funcionarios como gobernantes. Y aún cuando así fuera, aún cuando el pueblo se dejara gobernar como hasta ahora, estos nuevos (o viejos) personajes no podrán mantener la linea de los Castros porque sencillamente les falta el poder de convocatoria y la credibilidad necesaria para dirigir a un pueblo con hambre de cambio, de libertad y sobre todo, con ganas de vivir.
Imagino que poco a poco los jóvenes cubanos se darán cuenta que dentro de la “revolución” de hoy no hay cabida para jóvenes perspicaces, comprometidos, revolucionarios, porque sencillamente este gobierno no busca cambio, ni nuevas ideas, ni frescura en sus filas.
No quiero pecar de optimista pero creo que en la Cuba de mañana, esa donde no existirán los líderes de antaño, en esa Cuba donde los hoy designados tratarán de gobernar, si que será posible aportar ideas frescas, esa Cuba se abrirá al mundo y los cubanos podrán finalmente decidir por si mismos como, donde y cuanto desean vivir.

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