29 septiembre, 2009

Papel sanitario




Ayer cuando hablaba con mi madre, curiosamente después de leer algo al respecto en el blog de Miriam, me comentaba que había “acabado de llegar de una cola para comprar papel sanitario”. Me decía que ya tiene a toda la familia movilizada para cuando vean al susodicho en las tiendas le compren un par de rollos. Ella hace lo mismo por ellos. Al principio me pareció una exageración y una locura que armara este aspaviento por papel higiénico. Claro, una se olvida de las carencias y las miserias que se viven en Cuba. Por un momento olvidé que estando allá suplantábamos el preciado papel por el del periódico (Granma o Juventud Rebelde, al final son lo mismo) y llego el momento en que era (y todavía para la mayoría es), una cosa de las más normales.


Ya es un hecho casi 100% seguro que este objeto de lujo en nuestra sociedad, desaparecerá de las escasas tiendas donde todavía limitadamente se comercializa, presumiblemente por no contar el país con recursos para su fabricación o su importación.


Los todavía defensores del sistema cubano me dirían (como ya me ha sucedido) que es una tontería pretender poseer “estos lujos” en “un país bloqueado”, cuando miles de niños de Africa no tienen ni siquiera un hogar donde vivir, o quizás que la situación económica actual no nos permite abastecer a la población. Y es cierto, estoy de acuerdo con lo de los niños africanos, pero también se que nuestro país no se encuentra en Africa, sino que se encuentra en una zona geográfica y económicamente mas favorecida, ademas de poseer otra historia; con respecto a la situación económica se que es cierto, se que la economía cubana atraviesa uno de los peores sino el peor momento de su historia. Pero también se que no son los ciudadanos cubanos los que han decidido destruir una economía que era de las mejores de America, no es la gente la que hundió a nuestro país en la más desagradable miseria.


Esta “mala racha” (que ya dura años) se puede  remediar, creo que todavía estamos a tiempo. Debemos solo abrir las puertas de nuestro mercado, dejar que los cubanos, exiliados o no, inviertan en su país, que produzcan y que también obtengan beneficios por lo que hacen... Desgraciadamente esto tampoco lo deciden los ciudadanos.

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